jueves, 7 de febrero de 2013

ENCENDISTE LA LLAMA APAGADA



Imagen: Google


Aquel día en el que un temblor sacudió mi felicidad en cuestión de segundos, dejó a mi vida en el montón de la soledad. Se quedaron las risas atrapadas en aquellas habitaciones donde jamás podrán volver a escucharse, las puertas se cerraron con una llave que fue lanzada al vacío para que el viento se la llevara sin detenimiento. Entonces, surgieron las lágrimas que se derramaron día tras día sin poder encontrar consuelo. Aquel temblor fue de gran escala y derrumbó cada una de las paredes de mi corazón. 

Miradas no deseadas, deseos no satisfechos, satisfacciones pisoteadas, pisadas sobre falsos suelos...

De pronto, apareciste de la nada, mejor dicho de nuestro todo, moldeando  la escultura de mis alturas y de nuevo construiste un hogar en mi interior. Quizá un sueño, ese mismo, era el que yo esperaba desde antaño pero nunca había llegado hasta aquel momento. Extraño, sin comprensión, para mí imposible de digerir.

Me atreví a rozarte y un vendaval sacudió todo mi arte y lo puso sobre un papel sin más pretensión que ser un montón de letras agolpadas en ese espacio y sacudidas desde un vacío existente en mi cuerpo. Sorprendida, sorprendido, sorprendidos... ¿quién podía creer aquello? Mis dedos escribían y otros ojos lo leían. 

Me atreví a acariciarte y en el centro de mi universo un solo rostro empezó a dibujarse. Pude darme cuenta que toda mi vida había vivido con las manos vacías. Asombrada, asombrado, asombrados... ¿quién me creería si dijera que en mi pecho de nuevo todo ardía? Mis latidos se aceleraban y otros ni siquiera se movían.

No importaba a quién sentía, tampoco ser correspondida o si aquello pretendía ser pasajero. Bastó la experiencia de amar para que me transformara en una mujer abusadora del romanticismo. Teniendo en cuenta que nunca había creído en Romeo y Julieta, ser pegamento con purpurina al abrazarte y darte un beso sobrepasaba mi entendimiento.

Sigo aquí, pegada a tu perfume, siendo adicta a tu mirada y en silencio esperando una sola palabra. El tiempo pasa y la tinta se acaba. Quizá nunca llegues a escribir esas letras, pero en mis ojos siempre quedará ese brillo ensalzado por sentirme enamorada.




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"Todo pasa, sólo la serenidad permanece" - Lao Tse

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